En
el mundo uno de los padecimientos que destaca en el panorama epidemiológico
es el cáncer, cuya incidencia y mortalidad varía
con relación al área geográfica del mundo
y con los estilos de vida de cada región.
En
México, el cáncer
es considerado como un problema prioritario de salud pública,
después del cáncer de pulmón, los fallecimientos
por cáncer del cuello del útero, de estómago
y de mama son los más frecuentes entre los mexicanos.
En la población mexicana, alrededor de 25 mujeres son
diagnosticadas de cáncer mamario diariamente y entre las
neoplasias malignas, el cáncer de mama representa la segunda
causa de muerte en las mujeres mexicanas.
Las
estadísticas de mortalidad
del INEGI indican que en 2005 ocurrieron unos 495 mil fallecimientos
en el país, 12% de los cuales se debieron a alguna forma
de cáncer.
El
cáncer de mama es actualmente,
la neoplasia más frecuente y de mayor mortalidad entre las
mujeres del mundo; las estadísticas de muertes por esta
causa se han duplicado en 22 años. El escenario de esta
enfermedad entre los mexicanos se ha transformado; hoy en día
el cáncer mamario se ha convertido en un problema de salud
pública.
A
pesar de los importantes avances de la ciencia para atender los
casos de cáncer de mama,
esta enfermedad constituye en todo el mundo una verdadera inequidad
social y de género. En el país mueren cada año
cuatro mil 300 mujeres, es decir que se registra cada dos horas
un fallecimiento por este mal.
Reducir
la mortalidad requiere, entonces, mejorar la detección
temprana y las estrategias de tratamiento.
Un
tratamiento exitoso contra el cáncer de mama generalmente va vinculado con un diagnóstico
temprano. En este sentido la mastografía o mamografía
juega un papel fundamental ya que permite detectar cambios en el
tejido mamario antes de que la mujer o el médico pudieran
sentirlos |