Factor tiempo
El momento del tamizaje auditivo en los recién nacidos y en los períodos críticos de desarrollo cognoscitivo y lingüístico es crucial ya que los médicos y educadores están conscientes que en los primeros años de vida, el cerebro es especialmente sensible a los estímulos del exterior y enfatizan la necesidad de estimular el sentido auditivo. Al estar preocupados por la situación presente, los familiares pueden pasar por alto la necesidad de proveer al niño de un lenguaje comprensible, auditivo o visual, durante el período crítico de adquisición del lenguaje.
Por otro lado, al dedicar gran parte del día a la tarea de ayudar al niño a vencer la sordera, pueden dejar pasar la vida de largo sin disfrutar del tiempo junto al niño. Por ello es importante valorar  y considerar no sólo el futuro del niño con sordera, sino también su satisfacción y disfrute en el presente.
Información a pacientes
Desde un inicio debe quedar claro a los pacientes y familiares que en el proceso de aprendizaje y adaptación, el paciente tendrá que pasar por las fases de detección del sonido, discriminación, identificación, reconocimiento y compresión para hacer uso del nuevo sonido, y es necesario además plantear que cada fase no tiene un tiempo determinado de duración para pasar a la siguiente, pues esto dependerá tanto de la fisiología del paciente como de la rehabilitación, el apoyo familiar, y el esfuerzo propio del paciente.
Es importante que la información establezca de manera clara las fases por las que pasa el paciente al hacer uso del nuevo sonido, a fin de no confundir el escuchar con entender y comprender. Se debe ser cauteloso al presentar información en el sentido de que esta tecnología resolverá o que podrá curar la sordera. Ante un implante coclear es necesario reforzar la información pre y post operatoria y hacer énfasis en las fases de adquisición del lenguaje.
Es conveniente cuidar el lenguaje utilizado al presentar los implantes cocleares, cuidando de no catalogarlos como una promesa médica que resolverá el problema de la discapacidad auditiva, ya que algunos miembros de la comunidad silente podrían rechazarlo si se presenta como una herramienta o solución a un defecto. En su lugar, presentarlos como una herramienta o canal de comunicación más que se añade a las posibilidades entre las que puede elegir el paciente.
Perspectiva desde el modelo médico
La perspectiva sostenida por la comunidad médica y de las personas que escuchan, contempla a la sordera como una deficiencia auditiva, una desventaja o problema médico que se debe resolver a fin de que la persona sorda, en la medida de lo posible, llegue a ser como una persona que escucha. Los esfuerzos por reducir la sordera se sustentan en el principio de beneficencia; desde esta postura, la otología, la audiología, la foniatría, la educación especial y la rehabilitación se consideran tecnologías de normalización. Desde esta perspectiva se destacan las ventajas de insertar a la persona sorda al mundo de las personas que escuchan, así como el ahorro en costos en servicios educativos y de comunicación dirigidos a las personas sordas.
Perspectiva como identidad socio-cultural
La comunidad silente se ve a si misma como un grupo étnico con un lenguaje distintivo, sensibilidad, valores y cultura propias y sostiene que el uso de un implante coclear afecta a la integridad de los sordos, ya que consideran a la sordera una condición de nacimiento y no una enfermedad, como un aspecto cultural y no como una discapacidad.
Estos grupos temen que los implantes funcionen como mecanismo de aislamiento que tendería a erradicar el uso del lenguaje de signos, frenar la comunicación y amenazar la tradición cultural sorda. Desde esta perspectiva la sordera se reconoce como una identidad cultural y dicen ser una minoría diferente pero no deficiente; incluso, consideran que comparte características con otras minorías y llevan la discusión al terreno de los derechos humanos buscando protección a su cultura en tratados y convenciones internacionales.

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